Contextualizando
EL CARMEL ESTA QUE ARDE
En el hombre hay dos actitudes que lo hacen un ser social, es decir, directamente relacionado con los otros. Por un lado, el espíritu gregario que lo hace sentirse igual o parecido a los demás hombres y por lo tanto lo aproxima a ellos; por el otro, el espíritu individual o separativo que lo hace apartarse del resto, oponerse a ellos, ser su competencia, casi su enemigo. En cada individuo conviven estas dos manifestaciones: todos son iguales y, a su vez, cada criatura es única. Una sociedad sana depende del equilibrio de ambas tendencias y éste se expresa física y formalmente a través de la ciudad. Ahora bien, un country es otra cosa, es la manifestación edilicia de una determinada comunidad que decide apartarse de los demás. En principio, podemos decir que aislarse hace que el ser deje de ser social. Evidentemente, algunos hombres optan por esto por sentirse, no digamos superiores, pero sí diferentes, decidiendo agruparse entre iguales. Basta escuchar al famoso cocinero –habitante de “El Carmel”- cuando se manifiesta indignado en los medios ante los sucesos vividos en su tristemente célebre y ya no tan protegido reducto. Por sus dichos, queda claro que este lugar es una bolsa de gatos, pero de guantes blancos (es gente paqueta) porque por la manera en que se están moviendo las piezas, no van a cazar a ningún ratón. Aunque siempre está el recurso del mayordomo, si es que alguno ha leído a Agatha Christie.Si se quiere, la villa miseria es también un barrio privado, sobre todo, privado de lo esencial para el desarrollo de un individuo y ambas estructuras son sorprendentemente semejantes. Aunque virtuales, estos asentamientos tienen límites más fuertes que los condominios y ambos presentan una definida homogeneidad social y económica. Un punto en común entre el country y la villa miseria es que en ambos hay muchos desocupados (aunque el tiempo “desocupado” sea para algunos hambre y para otros dolce fare niente). Otro, es que en ambos casos sus moradores lucen tostados: los “sin techo” y los amantes de Febo se confunden. La villa es ideal como aguantadero y el barrio cerrado protege de inoportunos cobradores y de incómodos escraches a moradores y a morosos. Como se ve, no hay diferencias. Con respecto a los animales domésticos, en las villas no hay perro que no se parezca al dueño; en cambio, en los elegantes condominios, los perros – no todos - tienen más pedigrí que sus dueños. Ambos espacios tienen sus propias leyes, penas y castigos; en los condominios, está previsto que amar a la mujer de tu prójimo –o a tu prójimo- y perder el poder adquisitivo –entre otras causales- pueden ser castigados con el destierro.En “El Carmel” están barajando esta posibilidad porque ha entrado un virus (mortal) en el sistema. Se trata nada menos que de un asesinato, con todos los condimentos para escribir una novela policial barata: sexo, dinero y un buen nombre; lo que parece faltar es un guardabarros que libre a los vecinos de las molestas salpicaduras que desprende cada giro inesperado que da el caso. Los encubrimientos, alianzas e intrigas aumentan el misterio palaciego. Hoy de repente, aquellos que se sentían iguales entre sí, están desesperados por diferenciarse, pero, para agregarle condimento a esta historia, no saben de quién. El bienestar común que los agrupó se transformó en un malestar generalizado: “pertenecer tiene esos privilegios”. Todos están bajo sospecha: el hecho de haber realizado el velatorio en el domicilio de la víctima ha provocado que todos quedaran con los dedos pegados. “¡Un horror!”, diría Tía Pituca, para luego agregar - con ese terror a lo diferente que la caracteriza -, “estamos durmiendo con el enemigo”. Vivir en cautiverio tiene sus consecuencias; sucedieron, suceden y sucederán cosas que, si bien son naturales, no son normales en una sociedad, tal como las hay en los asentamientos marginales e irregulares. Porque el country, en definitiva, es un asentamiento irregular y marginal: el hecho de que no tengan espacios públicos y que su naturaleza sea profundamente discriminatoria así los define. Nadie puede transitar impunemente por estos guetos, llámesen villa o country.El tenor de los sucesos dependerá de los acuerdos y la tolerancia a que lleguen sus ocupantes y de la norma que instituya determinados actos como normales dentro de sus límites. Podría pasar que lo que para la sociedad configura un delito, no lo sea para esta comunidad y la justicia no tendría cómo enterarse. Si esto sucediese, algún influyente (que en estos lugares nunca falta) podría decirle al comisario de la zona “sácame la policía de encima”, tal como sucedió en este caso. Es decir, en la conciencia colectiva de estos internos, la policía está para cuidar el afuera, sus fronteras; lo de adentro es asunto de otro mandatario. Los patrulleros que vigilan sus accesos, son los cocodrilos de las fosas perimetrales de lo medievales castillos. En este caso en particular, tener un cementerio privado les hubiese ahorrado muchos problemas y hubiesen podido cerrar el círculo íntimo. Después de todo, los trapos sucios se lavan en casa.Si bien es cierto que el texto perdió el carácter que tenía al comienzo, esto es lo que ha pasado con esta historia. Los medios televisivos han sido implacables e indomables –con la ayuda de amigos y familiares- tapando, encubriendo, mintiendo, transformando -pituto de por medio- lo que debería ser un drama en una obra tragicómica. Hoy un vídeo de las reuniones de consorcio de “El Carmel” cotiza en dólares. A esta historia la gente la consume morbosamente como un “culebrón”, quizás porque a pesar de los muros que pretenden divisiones, en algún lugar produce satisfacción la sensación de que todos somos iguales y que “los ricos también lloran”.
RAFAEL IGLESIA
Parte del problema: Entrevista a Marcola (jefe narco), líder del Primer Comando Capital (Sao Paulo) realizada por O` Globo
Periodista: ¿Vos sos del PCC (Primero Comando Capital)?
Marcola: Más que eso, yo soy una señal de nuevos tiempos. Yo era pobre e invisible... ustedes nunca me miraron durante décadas... Y antiguamente era blando resolver el problema de la miseria. La solución que nunca venía... ¿Qué hicieron? Nada. ¿El gobierno federal alguna vez destinó presupuesto para nosotros? Ahora estamos ricos con la multinacional del polvo. Y ustedes están muriendo de miedo... Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social ¿Viste? Soy culto... leo a Dante en la prisión.
P: Pero la solución sería...
M: ¿Solución? No hay más solución, chabón... ¿Ya viste el tamaño de las 560 favelas de Río? ¿Ya anduviste en helicóptero sobre la periferia de São Paulo? ¿Solución cómo? Sólo vendría con muchos billones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general; y todo tendría que ser bajo la batuta casi que de una "tiranía esclarecida", que salte por encima de la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice (¿o vos creés que las 287 sanguijuelas van a actuar? Si bobean, van a robar hasta al PCC...) y del Judicial, que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicación e inteligencia entre policías municipales, estaduales y federales (nosotros hacemos hasta tele-conferencias entre presidios...) Y todo esto costaría billones de dólares e implicaría un cambio psico-social profundo en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.
P: ¿Vos no tenés miedo de morir?
M: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Además, acá en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme... pero yo puedo mandar a matarlos a ustedes afuera... Nosotros somos hombres-bomba. En la favela hay cien mil hombres-bomba... Ya somos otra especie, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, en el ataque al corazón... La muerte para nosotros es la presunción diaria, tirados en una zanja... ¿ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de "sea marginal, sea héroe"? Ustedes nunca esperaron a estos guerreros del polvo, ¿no? Yo soy inteligente. Yo leo, leí 3.000 libros y leo a Dante... No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo ahí afuera, cultivándose en la llama, educándose en el absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles. Ya surgió un lenguaje nuevo. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas "con autorización de la Justicia"? Bueno, es eso. Es otro lenguaje. Estamos delante de una especie de post-miseria. Eso. La post-miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandos son una mutación de la especie social, son hongos de un gran error sucio.
P: ¿Qué cambió en las periferias?
M: Dinero. La gente hoy tiene. ¿Ustedes creen que quien tiene 40 millones de dólares como el Beira-Mar no manda? Con 40 millones la prisión es un hotel, un escritorio... ¿Cuál es la policía que va a quemar esta mina de oro, entendés? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Ustedes son el Estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos y burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes en tierra extraña. Nosotros no tememos la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes van de tres octavos. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Nosotros somos ayudados por la población de las favelas, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos globales. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros clientes. Ustedes nos olvidan así como pasa la violencia.
P: ¿Pero qué es lo que tenemos que hacer?
M: ¡Agarren a los barones del polvo! y diputado, senador, hay generales, hay hasta ex presidentes de Paraguay en los cárteles de cocaína y armas. ¿Pero quién va a hacer eso? ¿El Ejército? ¿Con qué plata? No hay dinero ni para el rancho de los reclutas...El país está quebrado, sustentando un Estado muerto a intereses de 20% anual, y Lula todavía aumenta los gastos públicos. ¿El Ejército va a luchar contra el PCC y el CV (Comando Vermelho)? Estoy leyendo a Klausewitz, "Sobre la guerra". No hay perspectiva de éxito... Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en las márgenes... La gente ya tiene hasta armas antitanques... Para acabar con nosotros, sólo tirando bomba atómica en las favelas...Además, nosotros terminamos tirando también "unita", de esas bombas sucias precisamente... ¿Ya pensaste? ¿Ipanema radioactiva?
P: Pero... ¿no habría solución?
M: Ustedes sólo pueden llegar a algún logro si desisten de defender la normalidad. No hay más ninguna normalidad. Ustedes precisan hacer una autocrítica de la propia incompetencia. Pero voy a ser franco... en la buena... en la moral... Estamos todos en el centro de lo indisoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes... no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Mirá acá, hermano, no hay solución.
¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: Perezcan todas las esperanzas ¡estamos todos en el infierno!
Marcola
Nota: El 23 de mayo de este año, el diario O` Globo de Brasil en su Editorial Segundo Cuaderno, publicó una "Entrevista a Marcola del PCC". Él es Marcos Willians Herbas Camacho, alias Marcola, jefe de la banda carcelaria de San Pablo denominada Primer Comando de la Capital (PCC), que durante este año ha provocado numerosos actos de vandalismo en esa ciudad y alrededores. La que antecede es copia de la misma nota, adaptada por Síntesis Informativa.
Antecedente o tal vez, parte de la solución: Jorge Mario Jáuregui: El rol del arquitecto en la participación
En el recorrido del aeropuerto de Santiago a la ciudad de Talca entrevistamos a Jorge Mario Jáuregui, arquitecto argentino, que reside hace décadas en río de Janeiro. Cómo se originó el programa Favela Barrio, su participación en éste y el rol fundamental que un arquitecto puede tener en la articulación de los distintos procesos de participación ciudadana, son temas que aborda la entrevista.En 2004, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca dio inicio al Taller de Obra, proceso que involucra investigación, proyecto y construcción para indagar en las maneras de la modernización del territorio asociado al Valle Central de Chile. La versión 2006 del taller se desarrollará en Curtiduría, un pueblo de 100 habitantes ubicado a orillas del río Maule y que forma parte de una delicada filigrana de pueblos, que se sitúan a la vera del afán de desarrollo que caracteriza hoy por hoy a Chile. Se trata de comunidades sin servicios o que son insuficientes para atender las necesidades de los viejos y niños que permanecen en el pueblo, cuando aquellos en edad de trabajar emigran a la periferia de las ciudades cercanas intentando mejorar su calidad de vida.A esta versión del Taller de Obra asistió Jorge Mario Jáuregui, arquitecto argentino que reside desde hace décadas en Río de Janeiro, donde participó en el programa Favela Barrio, que incentivó la participación ciudadana. Y compartió algunas de sus experiencias.¿Cuál es el rol del arquitecto en el proceso de participación?Entre un arquitecto y la comunidad siempre tiene que haber un diálogo de igual a igual. Es necesario establecer transferencias psicoanalíticas, donde la individualidad del proyectista se conecte con la subjetividad de las personas, que finalmente es la demanda. Esta demanda hay que escucharla de la manera que enseñó Freud, que es con una tensión flotante y una asociación libre. Como hacía Freud para interpretar el discurso del sujeto en el diván.Cuando yo era militante de la Juventud Peronista, llegábamos a un barrio con micrófono y decíamos: “somos del equipo político-técnico”. Así convocábamos a la gente que se reunía en un gran patio debajo de los árboles y sobre los caballetes íbamos haciendo los dibujos de lo que la gente iba diciendo, pero en una total inconciencia desde el punto de vista disciplinar, porque era un poco lo de los surrealista del escrito automático, como si nuestra mano fuera dibujando lo que los otros querían.
Ahora es distinto, porque antes este proceso no tenía relación con el psicoanálisis. Jamás hay que responder directamente a la demanda, sino interpretarla. Respuesta directa e interpretación son dos cosas muy diferentes, entonces, no es que haya que hacer lo que el otro pide.Cuando se llega a un lugar, se genera una tensión flotante donde los factores no tienen jerarquías, eso se sabe después de hacer los análisis particulares de casos, y de que se ha caminado y escuchado mucho el lugar. Como decía Paul Klee, “hay un ojo que ve y el otro siente”. Una ciudad no llega por los ojos o por los pies, sino por un recorrido por el que vamos caminando e impregnándonos. Es el afectar y ser afectado. ¿Cuánto somos capaces de dejarnos afectar? ¿Y cuánto afectamos a las personas del barrio?
¿Son necesarios una responsabilidad política y un interlocutor en el lugar para llevar adelante un proceso de participación?No se puede urbanizar un lugar si no hay responsabilidad ciudadana y un interlocutor válido representativo, elegido por la comunidad. La primera misión es identificar ese interlocutor. También puede ser una tarea contribuir a que se cree.
¿Cómo ocurrió ese proceso en el caso específico de Favela Barrio, en Brasil?Por ejemplo en Rocinha, una favela muy grande de Río de Janeiro, hay tres asociaciones de juntas de vecinos con diferentes momentos de formación histórica. En otras favelas, de entre 3.500 a 5.000 familias, hay una o dos juntas. Hay una de 12.000 familias que tiene una sola. El dirigente era un tipo confiable con el que se sabía que realmente representaba los intereses de la mayoría. Porque no se puede hacer un proyecto con la participación de todo el mundo al mismo tiempo.
¿Cuál es la manera de incorporar a la comunidad en procesos de participación ciudadana en relación a proyectos urbanos?La comunidad actúa como cliente. Uno siempre debe tratar de conquistar a un cliente, pero nunca engañarlo. No demostrar algo que, talvez, después no seamos capaces de hacer. Hay una cuestión ética importante que dice hacer lo que debe ser hecho. En ese sentido, no hay que dejarse engañar por el poder económico que tiene un doble aspecto: permite materializar, pero también destruye en función de maximizar los lucros, como dice Caetano Veloso: “la fuerza del dinero que levanta y destruye cosas bellas”. La relación con la demanda se basa en la confiabilidad y el diálogo. Caminando el lugar, entendiendo, escuchando cuál es la historia y los problemas. Además, es importante ejemplificar tu experiencia y demostrar tu trayectoria.
¿Cómo se entendería la función contemporánea de la disciplina?En este tema, está de un lado lo específicamente disciplinar, desde el urbanismo, que es lo que se puede hacer para ayudar a transformar. Por otro lado, está la participación de la gente, escuchando las demandas e interpretando lo que eso significa. Y, por último, están las políticas públicas locales, que es lo que se hace desde el poder público y que es lo que nosotros podemos hacer e imaginar para intervenir y provocar tanto a los sectores públicos como la conciencia de la población. Un cambio de actitud frente a lo que se viene haciendo. Nuevos abordajes y nuevas lecturas. Esta tarea cívica de difusión, de concientización, tiene que ver con los estratos medios técnicos. En ese sentido, la técnica puede ser buena o puede ser una desgracia porque, como decía el Che Guevara, “el arma no tiene ideología, depende de quien la empuñe”.
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